Por: Cristina Martínez
M.B.A, M.S, BCBA, LBA
Contar historias para
Las historias para dormir, los cuentos orales, la lectura son absolutos favoritos de los pequeños. El “momento del cuento” es mágico para cualquier niño. Junto a las palabras que escucha, su imaginación construye un mundo particular que no solo será fruto de su propia subjetividad y experiencias anteriores, sino que contribuirá a desarrollar una capacidad muy especial y necesaria: la creatividad. Son los cuentos sin dudas amigos que garantizan diversión, pero también aprendizaje. Un niño nunca conectará mejor con una idea que cuando la recibe a través de una historia y de los personajes que la protagonizan.
Para los niños con Trastorno del Espectro Autista (TEA) esta realidad se magnifica, pues la necesidad de encontrar estrategias para establecer intercambios en términos de comunicación es imperativa. La historias antes de dormir (o en otros espacios/momentos) pueden resultar alternativas excelentes para tratabajar las habilidades sociales, de comunicación verbal y no verbal, de resolución de conflictos, de manejo de emociones… en fin, podemos tocar con ellas casi cualquier objetivo conductual que el pequeño deba incorporar, modificar o perfeccionar.
A finales de los 80 y principios de los 90, una profesora llamada Carol Gray empezó a desarrollar lo que hoy se conoce como "historias sociales". Con el objetivo de ayudar a los niños con autismo a comprender situaciones concretas, desarrollar estrategias de comunicación y afrontamiento en diferentes contextos y, en consecuencia, calmar la ansiedad que suelen generar estos acontecimientos, esta autora utilizó textos sencillos e imágenes para tejer historias que enseñan, transmiten, conectan y educan. Hoy en día, estos cuentos son recursos inestimables utilizados por profesores y terapeutas de todo el mundo.
Para un niño con TEA, enfrentar y superar retos es parte de su cotidianidad. Identificar en las historias personajes que lidian con las mismas limitaciones y conflictos resulta una manera muy eficaz para que estos niños conecten con ese individuo y se apropien de los repertorios conductuales que a modo de respuesta ese “alguien tan peculiar como él” ya utilizó. Por otro lado, la posibilidad de empatizar, de identificar las emociones que el personaje vivencia puede, con ayuda y guía del padre, cuidador o terapeuta, facilitar para estos niños el desarrolo de su autoconocimiento y de valores humanos escenciales para su futuro.
Los cuentos para niños con TEA deben ser muy ilustrativos, pues los pictogramas responden mejor a su condición altamente visual. Por esa misma línea, los textos deben ser sencillos y, preferiblemente, que hagan uso de letras mayúsculas. Algunos permiten personalizarlos y esta es una excelente variante, ya que facilitan el completamiento de la historia con dibujos o con fotografías personales de manera que se tornan adaptables a las necesidades específicas de los lectores (Al final de este blog, dejaremos un listado de lecturas sugeridas en español y en iglés).
Para un padre, las historias pueden ser muy útiles para conectar con su hijo. Los espacios cotidianos muchas veces cargan con presiones externas que limitan esta conexión. Un personaje, ficticio o no, y la narración de sus avatares facilita espacios vinculantes entre el padre y el hijo. La construcción conjunta del cuento puede ser una de las variantes utilizadas, a partir de la cual la cooperación y el intercambio ocurren de manera espontánea y natural. Nadie duda de cuanto se divierte un pequeño con una historia. Esa sensación de bienestar y de positividad que experiementa un niño al escuchar un cuento es incuestionable, como también lo es para quien lo cuenta. Ese “jugar a contar y a escuchar” puede ser, increíblemente, el espacio de aprendizaje más efectivo (y divertido) que podamos establecer con nuestros hijos. ¡Defendámoslo!