Por eso se habla cada vez más de interdisciplinariedad, que, en otras palabras, es la intervención coordinada de diferentes disciplinas sobre una condición que lo requiera. Y si bien es cierto que el ABA es en sí mismo el resultado de la evolución de múltiples teorías y prácticas relacionadas con las ciencias del comportamiento, no debe considerarse, y de hecho no lo es, la única terapia eficaz para el tratamiento de los TEA o trastornos del desarrollo. Dependiendo de cada caso, pueden coexistir con ella Terapia Ocupacional, Logopedia, Musicoterapia, así como diversos proveedores de servicios sanitarios y educativos. Por ello, es fundamental gestionar cada recurso de intervención en función de su optimización, su eficacia y el beneficio del cliente, que es, en cualquier caso, el fin último de cada intervencionista. Para ello, es imprescindible el intercambio continuo de información con todos los especialistas implicados, así como la evaluación conjunta de conductas concretas si el caso lo requiere.
En un esfuerzo por marcar las pautas del trabajo interconectado de los profesionales de este campo, el Código Ético para Analistas de Conducta de la BACB declara la colaboración entre colegas y la gestión de conflictos, así como la documentación de dichos procesos como parte esencial de la práctica profesional, priorizando el interés superior del cliente. Asimismo, entiende la relevancia de las derivaciones en el caso de que el cliente demande asistencia distinta a los planes de intervención que ofrecemos o presente evidencias de que se requieren servicios adicionales alternativos.
Años de práctica interdisciplinar demuestran que la colaboración no sólo permite abordar el TEA con mayor eficacia, sino que también evita contradicciones entre los proveedores y aumenta la probabilidad de generalización de las habilidades trabajadas, mientras que la educación de los padres suele verse reforzada entre los múltiples servicios.
La toma de decisiones en un entorno de colaboración debe situar al cliente y a su familia en el centro de cualquier debate. El ejercicio profesional de excelencia implica defender con honestidad y modestia tanto el alcance de cada especialidad como sus limitaciones. Del mismo modo, el reconocimiento de las buenas prácticas desarrolladas por otros contribuye a la mejora de la propia práctica y a la consecución de objetivos.
Los tiempos que vivimos son contradictorios, pero no limitantes. El hecho de que impongan retos a los especialistas de hoy en términos de flexibilidad, colaboración, comunicación, actualización continua y apoyo mutuo, les conduce al camino de la excelencia, y eso es un regalo.
Bibliografía: