Por: Cristina Martínez
M.B.A, M.S, BCBA, LBA
La recogida y el análisis de datos son componentes cruciales del Análisis de Conducta Aplicado (ABA). Los clínicos y los profesionales necesitan datos para hipotetizar las funciones que impulsan el comportamiento, elaborar estrategias de intervención y seguir el progreso del cliente. Además, el ABA se centra en conductas definidas objetivamente, y para construir una definición completa, una descripción objetiva de la conducta debe incluir su cuantificación.
Esta condición es quizá una de las bazas de ABA para el verdadero cambio de conducta, la capacidad de reevaluar y ajustar las estrategias de intervención según la dinámica del cliente y los cambios en su entorno. En otras palabras, los cambios conductuales a largo plazo que el ABA logra con eficacia demostrada se basan, en gran parte, en una retroalimentación continua sostenida por la medición.
Registro de frecuencias/eventos y frecuencias
Grabación de tiempo o duración
Grabación de latencia
Otra dimensión importante del comportamiento es el locus temporal. Este término se refiere al tiempo que tarda un comportamiento en producirse después de una señal o evento verbal. El registro de la latencia puede utilizarse para conocer la rapidez con la que un niño reacciona a la indicación "para" y, de este modo, tomar decisiones basadas en datos para reducir el tiempo que tarda el niño en responder. Este parámetro puede indicar la eficacia de un plan de comportamiento cuando consigue reducir los tiempos de reacción al estímulo presentado.
Datos ABC (Antecedente - Comportamiento - Consecuencia)
Ya hemos hablado anteriormente de la importancia de identificar las funciones del comportamiento en una entrada del blog de octubre de 2021. Para determinar efectivamente una función, hay que establecer el antecedente y las consecuencias del comportamiento. El registro de datos ABC, a diferencia de los otros métodos, es cualitativo y se basa en la observación, aunque puede complementarse con información cuantitativa. Este método busca establecer los vínculos e hipótesis de interrelación entre los componentes descritos en el nombre (ABC), lo que requiere tiempo y un análisis exhaustivo por parte de los especialistas.
Muchos otros métodos componen el espectro de medición utilizado en las sesiones de ABA, como los datos de la escala de valoración, el registro por oportunidad, el análisis de tareas, el muestreo de tiempo, el análisis de gráficos de dispersión, entre otros. Cada sistema intenta decodificar la compleja red de variables que conforman el comportamiento humano en términos objetivos, cuantificables y precisos, de manera que las intervenciones seleccionadas puedan ser más efectivas operando sobre la base de dichos términos, evaluados continuamente por el análisis visual.
La importancia de la medición en el ABA se manifiesta en varias dimensiones. La descripción de la conducta en términos objetivos y precisos ayuda a solidificar las elecciones de los procedimientos profesionales que se utilizarán en las sesiones, que luego pueden enseñarse a los cuidadores, padres y familiares. Al integrar a las personas más cercanas al cliente en estas estrategias, los cuidadores pueden enriquecer la experiencia y también aprender a evaluar los comportamientos en su momento. Por definición, el ABA es una ciencia cuyos métodos persiguen la fiabilidad y confiabilidad de las intervenciones constantemente, con lo que no sólo se garantiza su eficacia, sino que se establece la transparencia y accesibilidad dentro del complejo y (aún) desconocido universo en el que opera: el comportamiento humano.